De pequeño devoraba libros, pasaba horas muertas en la biblioteca buscando historias entre hojas de papel.
Cuando me preguntaban, que quería ser de mayor, respondía, quizás sin mucho criterio que sería pintor.
Crecí junto a estas calles empedradas de románico, entre el olor del incienso y la luz de los hachones.
Me apasioné por la música y por los mágicos sones inspirados en la vida de la civilización celta.
Corrí junto a los árboles del río, pedaleé soñando subir los Lagos de Covadonga, jugué al baloncesto, las mañanas de los sábados.
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Con el paso de los años vinieron los versos, y los amores imposibles.
Aún recuerdo algunas de las composiciones que dediqué a mi primer amor; aún guardo cada detalle y cada carta en aquella cajita azul de cartón. A veces, cuando me siento triste y solo, pongo el disco que me regalaste y reabro esa caja. Todo se inunda de ese perfume especial que tu sabías ponerle a la vida.
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Después vino la facultad, los teoremas y las fórmulas, los trabajos, las noches sin dormir. Nuestra forma de arreglar el mundo junto a un vaso de vino, las mujeres de una noche, la vuelta a casa junto al frío de Salamanca.
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Y es todo ha cambiado mucho en estos años, pero nuestros sueños, y las ganas de vivir siguen intactas.
Las estrellas, mi luna, versos en las constelaciones…
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Cuando me preguntaban, que quería ser de mayor, respondía, quizás sin mucho criterio que sería pintor.
Crecí junto a estas calles empedradas de románico, entre el olor del incienso y la luz de los hachones.
Me apasioné por la música y por los mágicos sones inspirados en la vida de la civilización celta.
Corrí junto a los árboles del río, pedaleé soñando subir los Lagos de Covadonga, jugué al baloncesto, las mañanas de los sábados.
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Con el paso de los años vinieron los versos, y los amores imposibles.
Aún recuerdo algunas de las composiciones que dediqué a mi primer amor; aún guardo cada detalle y cada carta en aquella cajita azul de cartón. A veces, cuando me siento triste y solo, pongo el disco que me regalaste y reabro esa caja. Todo se inunda de ese perfume especial que tu sabías ponerle a la vida.
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Después vino la facultad, los teoremas y las fórmulas, los trabajos, las noches sin dormir. Nuestra forma de arreglar el mundo junto a un vaso de vino, las mujeres de una noche, la vuelta a casa junto al frío de Salamanca.
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Y es todo ha cambiado mucho en estos años, pero nuestros sueños, y las ganas de vivir siguen intactas.
Las estrellas, mi luna, versos en las constelaciones…
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Comentarios
as logrado ponerme mil mariposas en el estomago y emocionarme profundamente...muxas gracias x acordarte de mi y escribir esas cosas tan bonitas...