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Mostrando entradas de mayo, 2009
_ Tú me llevas, tú me elevas, y no hay luces de semáforos. Tú me llevas, me desenredas, nosotros sobre el asfalto... (Zahara)

LOS ESCAPARATES DE LA LUNA

_ Hay mil estaciones en las que los trenes descarrilan, pero solo una en la que su presencia se hace latente a cada instante. No es inmóvil, no es eterna, ni siquiera el sueño de una noche de verano. Para no llamar la atención, no lleva una maleta de colores y suele ocultar su rostro con unas sencillas gafas de sol. Disfruta escuchando música, bebiendo una cerveza, o con unas patatas fritas recién hechas. Suele perderse en la playa, y mira firmemente al horizonte. Tiene por costumbre llevar un puñado de arena en su bolsillo derecho, y camina por la ciudad pegada a los escaparates para protegerse del viento. Coge el tren cada mañana para observar a los viajeros, y sueña con llegar algún día a una estación fin de trayecto y perderse en su andén. Disfruta y sonríe con las cosas más comunes, como las conversaciones con los amigos, a la taquillera del metro, o al subir las escaleras de su facultad. Le gustaría dar la vuelta al mundo, o ser manager de un grupo de rock. Se siente frágil y vol

SE DEJABA LLEVAR

_ Mi mirada se pierde en los cipreses del horizonte, mientras las cigüeñas revolotean preparando su nueva casa. La mesa permanece repleta de apuntes desordenados, mientras tanto, postrado en esta silla, veo como la primavera se extingue y acaricia los silencios de mi ventana. Y yo, que pienso en lo que me gustaría pasear junto al mar, me sumerjo en los sones de un laúd y una guitarra. Me dejaba llevar... _

...

Y tras el camino sólo quedan, puntos suspensivos... _

OFTEN

_ Las gotas de lluvia resbalaban sobre el granate azulado de tu abrigo, los rizos de tu pelo, y tu perenne sonrisa hacían de aquella escena el elemento de distracción de cualquier aficionado al cine. Las calles parecían con demasiada luz para los soñadores, y mis manos, frías como de costumbre, buscaban el refugio y los entresijos de tu abrigo, y tú y yo, y aquella fotografía en la que sin decirnos nada, deseábamos compartir el amanecer de las violetas. Aquel día te conocí, y prometí sin dudarlo volver a verte, y dentro de un rato, llamaré a la puerta de tu casa, con una botella de vino entre mis manos… Deséenme suerte…
Nada, excepto una batalla perdida, puede ser tan melancólico como una ganada... _
En casa me empapo de absurdo lamento, las cuatro paredes que caen sobre mí, me ahogan y a veces, mi niña te miento, y juro sonriendo que yo soy feliz. Y a veces las menos la vida me embriaga, y entonces me quiero, que pronto se acaba, la luz en mi gesto, y vuelvo a ser gris...