_ Comenzaba noviembre. Aquella noche la luna se ocultaba entre la niebla, y el frío se precipitaba en el gris de las aceras. Por el azar, por sus caprichos… coincidimos, dispuestos a maldecir los amores perdidos, a compartir una copa, una tarde, o cosas que hasta entonces parecían insignificantes. Se consumía por entonces un octubre imperfecto, de sueños, de locuras, y comenzaba un nuevo mes con fuerzas inusitadas, dispuesto a regalarme besos, abrazos, o momentos que dejarían huella en lo más profundo de mí. Lo desconocido se hacía conocido. Amaneceres compartidos, versos inversos, y sueños de pies entrelazados… No soy perfecto, ni siquiera sé atarme los zapatos…